¡Volvemos a la carretera!, ¡si, ya era hora!... Diacachimba estaba tan nerviosa que casi se choca con las columnas del garaje al comenzar el viaje... pero si, volvemos a ponernos en marcha y esta vez toca... ¡subir de a poquitos por la costa de Francia con la intención de visitar Bretaña y Normandía! ¿os apuntáis?
Ya habíamos podido ver fotos del lugar pero ya os decimos que no hay foto que pueda representar lo que se siente cuando te encuentras delante de este monumento natural... algo en tu cerebro te dice que esto no puede ser normal, que no puede ser natural...
Pero si,... según vas subiendo por las escaleras que están dispuestas en la ladera de la duna te vas dando cuenta de la enormidad pero también de la "naturalidad" del lugar...
Las vistas son espectaculares desde la cresta de la duna, por un lado un inmenso bosque que parece no tener fin hacia el este (que a nosotros nos recordaba, a saber porqué, al bosque de Tikal en Guatemala) y por el oeste, el brazo de tierra de la bahía de Arcachón y el océano en toda su enormidad...
Es inevitable sentarse en la cima y tratar de abarcar este monumento en toda su integridad, asumir que algo que parece increible está ahí mismo, esperando que mas de un millón de personas lo visiten cada año...
Contentos y satisfechos bajamos de la duna, vaciamos nuestras zapatillas de arena (no es plan de sustraer arena a la duna) y nos encaminamos a nuestra segunda parada del viaje...
¡Hasta mañana!
PD: en los 60 parece que era pelín mas complicado subir hasta la cima de la duna...😮
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